lunes, 20 de abril de 2015

ANTONIO CRUZ GARCÍA Sabiduría, fuerza e integridad.


FLAMENCO

ANTONIO CRUZ GARCÍA

Sabiduría, fuerza e integridad.


SU FUERZA INTERNA.

“La naturaleza de la vida es actividad y lucha, una dialéctica de sufrimiento y alegría, del obstáculo y la superación”.
Una de las personas que he conocido, y que mejor se adaptaría a esta frase, es nuestro Antonio Mairena.
Estoy seguro de que sin esos obstáculos y sufrimientos no habría podido crear su gigantesca obra. Antonio sufrió mucho por los enemigos que intentaron destruirle, pero en el fondo, esos enemigos hicieron un gran favor al flamenco, ya que consiguieron todo lo contrario: forjar en Antonio un espíritu indestructible.
Enarbolando la bandera de la libertad, se expresó cantando lo que salía de su corazón, y siguió creando escuela para el futuro. En carta del 30 de junio de 1974 me comentaba: “Pienso pasar el verano con poco trabajo, y sí dedicado a lo que debo dejar para la posteridad en materia de mi arte”. Este espíritu lo mantuvo hasta la muerte, como lo demostró en su último disco, que quería titular “Cantes para el año 2000” y que finalmente se tituló “El Calor de mis Recuerdos”.


SU ECONOMÍA.

“Juan Antonio: ciertos amigos y allegados me critican por no gastar más dinero en ciertos lujos, pero yo no quiero que me pase como a tantos genios del cante, que los he visto de mayores vivir en la mayor de las miserias. Antonio Mairena, ya mayor y enfermo, no quiere verse así, porque mi obra no se merece ese final. Por lo tanto, no quiero ser como el Arriero, que se le alargó la vida y se le acabó el dinero”.


LA RELIGIÓN.

Antonio era un gran creyente, pero su inteligencia natural no podía quedarse a la altura de las religiones al uso. El volaba mucho más alto, hacia las religiones de los grandes místicos, adonde la libertad, la amistad, la verdad y la justicia predominan por encima de cualquier dogma religioso.
Por lo que sí tenía una gran pasión era por la Semana Santa, donde desde niño captó una magia especial que siempre defendía. Basta oír sus saetas en directo para comprender lo que sentía en esos momentos sublimes.
Pero al mismo tiempo podía ser amigo de alguien que no sintiera lo mismo, como era mi caso. En una carta del 18 de marzo de 1976 me dice: “Espero poder mandarte para Semana Santa el casete de las saetas, que te gustarán. El cante, me refiero”. ¿Se puede tener un espíritu más libre para el que no opina como tú?
Cuando paseábamos mi mujer y yo por Sevilla en su compañía, quería que viésemos al Cachorro. Mi mujer estaba encantada, pero yo no lo estaba tanto. Él me decía: “Juan Antonio, valora la expresión de la cara que le ha dado el artista. Es una obra impresionante y no pienses en otra cosa”.
Un año pasamos el Viernes Santo en Mairena del Alcor, donde nos explicaba toda la historia de los Pasos y todos los pequeños detalles de la procesión. De ese día guardo un recuerdo entrañable. Estábamos viendo la procesión desde un balcón de la plaza y comenzó a llover. Entonces Antonio cerró el balcón, y en el interior, donde estábamos una decena de personas, cantó una saeta impresionante, en la que reflejaba lo que estaba ocurriendo. Después me explicó que esa letra tenía 50 años, cuando cayó una gran tormenta durante una procesión y el capataz tuvo que pedir posada para encerrar el paso en otra iglesia más próxima.
Después, con el acompañamiento de mi guitarra, terminamos por seguiriyas y bulerías.
Sí yo tuviese que decir qué dios tenía Antonio Mairena, diría que fue el Cante gitano-andaluz. Ése fue su dios, por el que vivió y murió.


POLÍTICA.

Antonio, como todos los grandes personajes de la historia, tenía un corazón que vibraba con los problemas de la sociedad. No es de extrañar, por tanto, que tuviera sus ideas políticas.
Por enfocar su cercanía política, podríamos decir que era socialista, pero no sujeto a ideas ni dogmas, sino a resultados y hechos.
En carta de junio de 1977 me comentaba: “Como verás por la prensa de mi Sevilla, Andalucía se ha sentido socialista”. ¡Cómo presume de sus ideas y de su Andalucía!
El 22 de julio de 1981 no estaba todo lo contento que le gustaría y en carta me dice: “Todo está muy raro, porque la política va a acabar con todos nosotros. No podemos llevarnos nada a la boca sin pensar qué va a ocurrir. Esto es demasiado, y más para los que ya tenemos esta edad y necesitamos siquiera de un aire puro. Para más, en Sevilla el agua se va a poner por la nubes”.
El 23 de mayo de 1982 expresa sus deseos: “En estas elecciones, que suceda lo que más convenga a mi Andalucía”.
En estas cartas demuestra cómo comparte los problemas de los más humildes y, por encima de cualquier política, pone el bienestar de su Andalucía, a la que amaba más que nada.
Muchas son las muestras de amor por su tierra, como demuestra lo ocurrido cuando tuvo su última recaída. En agosto de 1983 le visité en Cuidados Intensivos para convencerle de que se viniese a Madrid, donde estaba el médico que le había tratado durante 14 años. Con esta frase, me dejó sin palabras: “Amigo Juan Antonio, te agradezco tu bonito gesto, pero lo que tenga que pasar, que pase en mi Sevilla”. Y me aclaró: “No quiero morir fuera de Andalucía”.
Mairena del Alcor, Sevilla y Andalucía eran sus amores. Estuvieron muy acertados los responsables cuando lo nombraron Patrimonio de Andalucía.

JUAN ANTONIO MUÑOZ PACHECO


Antonio Mairena (Romance del Conde Sol) con Niño Ricardo y Melchor de Marchena a las guitarras

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